Teorías sociológicas del comportamiento humano

El funcionalismo, una escuela en sociología, considera a la sociedad como un sistema con partes (instituciones, etc.) interconectadas e interrelacionadas entre sí. Es este sistema el que da forma al comportamiento humano a través de la socialización, es decir, aprendiendo la cultura de la sociedad.

La cultura es "el modo de vida de sus miembros, la colección de ideas y hábitos que aprenden, comparten y transmiten de generación en generación" (Linton, 1945). La cultura se aprende y se comparte; determina cómo los miembros de la sociedad piensan y sienten, guía sus acciones y determina su visión de la vida y las formas en que los miembros deben comportarse en su sociedad.

El interaccionismo, otra escuela en sociología, se ocupa de la interacción de los individuos, el proceso de interacción. Según esta escuela, la comprensión de la acción requiere el conocimiento de los significados dados a sus actividades por los actores.

Los significados no son fijos; más bien se desarrollan, modifican y crean. La forma en que una situación es definida (percibida) por el actor, tiene una influencia directa sobre sus acciones. El interaccionismo enfatiza que las acciones del actor también se ven afectadas por su interpretación de la forma en que otros lo ven. Cada individuo desarrolla un autoconcepto (una imagen de lo que es) durante sus interacciones con las personas que lo rodean, y este autoconcepto afecta significativamente sus acciones.

Así, los interaccionistas entienden el comportamiento humano en términos de las definiciones (de los actores) de la situación y el yo (es decir, los conceptos propios). El interaccionismo implica que los roles son a menudo vagos y poco claros; por lo tanto, siempre hay un espacio para negociar y maniobrar los roles que los funcionalistas consideran fijos. Walsh (1972) sostiene que el comportamiento humano no está determinado por el sistema.

De hecho, el hombre construye su propio mundo social. La teoría del etiquetado, propuesta por Howard S. Becker (1974), un interaccionista, es bastante importante para los trabajadores sociales. De acuerdo con esta teoría, los grupos sociales crean desviaciones al hacer las reglas cuya infracción (violación) constituye una desviación. Cuando alguien es etiquetado como desviado (ladrón, criminal, paciente mental, etc.), comienza a comportarse en ese rol. Un acto se vuelve desviado cuando otros lo perciben y lo consideran como desviado.

Goffman (1968) también opina que la institucionalización de una persona (en un hospital psiquiátrico o en una cárcel, etc.) confirma la etiqueta y el individuo asume lentamente su nuevo papel de desviador (un preso o un paciente mental). Los trabajadores sociales deben evitar el etiquetado y ver que los padres y vecinos no etiquetan a los jóvenes de manera negativa. Todas estas teorías son complementarias y ayudan a explicar el comportamiento que ocurre en diferentes situaciones y condiciones.